65 días. Tres meses intensos. Despedirse de Cala Montjoi no es tarea fácil.

Al principio quizás no fuimos conscientes. Pero durante estos tres meses nos hemos ido convirtiendo, no a una religión, sino a una forma de pensar, de ser y actuar propia del que fue el mejor restaurante del mundo.

A elBulli, vinimos a desaprender, a reconocer la ignorancia como punto de partida. A respetar el pasado, el espacio físico y los actores que dieron lugar a una de las mayores revoluciones creativas de la historia.

Después de este periodo, no me queda más que agradecer a todos aquellos que han convertido estos tres meses en un periodo de enseñanza y reflexión.

A mis compañeros de la convocatoria. Agradecer el diálogo, las conversaciones y conceptos que hemos convertido en herramientas para decodificar el caos. Porque a elBulli uno no viene a responder preguntas, sino a buscarlas.  Porque las preguntas nos hacen libres, y necesitamos libertad para cuestionar los límites.

A Marc Cuspinera, José Mari, Fernando, Isabel y Lluís Biosca. Gracias por hacernos sentir elBulli como nuestra propia casa. Por compartir con nosotros historias, anécdotas y aprendizajes que nos han permitido entender qué sucedió en Cala Montjoi hace solo algunos años.  

A Lluís García, por su inestimable paciencia. Por ser nuestro guía durante este viaje de continuo aprendizaje.

A Ferran, por su mirada, una mirada capaz de derribar dogmas. Por aportarnos Sapiens, la culminación del trabajo de elBulli, un faro que nos guía a partir de ahora. Por dejarnos ser parte de la revolución del conocimiento gastronómico. Por permitirnos escribir una página más en la historia de elBulli como fundación.

Porque cuando cruzas las puertas de elBulli, no dejas de ser Bulliniano, es parte de ti para siempre.