¡PERO ESTO NO ACABA AQUÍ! LA TAXONOMÍA PERMITE VOLVER A CLASIFICAR

Cuando llegamos al producto no elaborado deseado, este se puede volver a clasificar mediante otros criterios

El último escalón de la taxonomía se alcanza con el criterio taxonómico más concreto, el más específico posible, que da acceso a un producto determinado que ha pasado los filtros taxonómicos establecidos. Entonces, una vez seleccionado el producto, la taxonomía ofrece la posibilidad de aplicar criterios de clasificación para poder disponer de información más detallada del mismo. En este caso, los criterios empleados no son taxonómicos, sino que se centran en analizar características enfocadas en el interés culinario del producto seleccionado, como su color, su textura, su tamaño… y que dependen de las diferentes variedades.

La taxonomía: una gran base de datos exclusiva de los productos no elaborados

El conjunto de contenido que se incluye de forma ordenada en esta taxonomía posibilita la generación de una base de datos amplia de los productos no elaborados, que inicialmente estará delimitada a aquellos de uso más habitual en Occidente.

Esta taxonomía es una herramienta destinada al desarrollo del sector educativo y al progreso del trabajo de los profesionales de la restauración que conecta conocimiento para comprender el producto. Con ella se puede favorecer el desarrollo de las actividades propias de la restauración, siendo de gran importancia para todos los actores implicados en los diferentes procesos. Desde el sistema de pedidos y compras, pasando por el marketing y la comunicación, resulta fundamental para el desarrollo del proceso de reproducción así como para el fomento de la creatividad y la innovación. Y es que, en realidad, esta taxonomía es una herramienta de gran utilidad para ordenar el conocimiento con criterios fundamentales, consolidar un léxico consensuado y mejorar la comprensión y la eficiencia en el estudio relacionado con los productos.