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Capítulo 2

La logística y los tributos del vino

En el mercado, el vino se mueve de un lado a otro. Desde trayectos locales de pocos kilómetros hasta viajes transatlánticos. Pero el vino es un producto delicado y, como tal, sufre si las condiciones de transporte son inadecuadas. Los procedimientos que permiten estos viajes se conocen como «operaciones logísticas» y son complejas debido a que entran en juego un sinfín de actores distintos: exportadores, importadores, operadores logísticos, etc. A esta burocracia se suman las leyes gubernamentales y fronterizas.

Para el buen desarrollo de este intercambio es necesario repartir la responsabilidad, preparar una importante cantidad de documentación y pasar por el despacho de aduanas para comprobar que la mercancía cumple con los requisitos de entrada del país de destino.

Los países y sus gobiernos recaudan y administran tributos de manera unilateral. Durante toda la cadena, las bodegas se topan con tres tributos infranqueables: el impuesto especial sobre el vino, los aranceles aduaneros y el IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido). Algunos países acuerdan tratados de comercio y reducen la presión tributaria. Sin embargo, las políticas son muy diferentes dependiendo de cada país: la Unión Europea, Suiza, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Chile, Argentina, Estados Unidos o China son, a nivel tributario, mundos distintos.